domingo, 19 de mayo de 2013
sábado, 18 de mayo de 2013
El nacionalismo catalán
El nacionalismo catalán es una corriente política cuya ideología está relacionada con la idea de que Cataluña es una nación. Esta corriente política se conformó ideológicamente en la primera década del siglo XX, como una variante del catalanismo, surgido como movimiento cultural en la década de los años 1830, y articulado como movimiento político en las últimas décadas del siglo XIX, siguiendo los parámetros del nacionalismo. El nacionalismo e independentismo catalán plantea que la cultura catalana es diferente a la española, y defiende la tesis de que Cataluña es una nación oprimida por España desde su ocupación por las tropas borbónicas en 1714, y la posterior supresión de las instituciones catalanas y la prohibición de su lengua en la administración mediante Felipe V. Desde un punto de vista cultural, el nacionalismo catalán promueve el uso del catalán en todos los ámbitos de la vida social de Cataluña, a un nivel superior a la lengua castellana, entendiendo que el catalán es la lengua propia de Cataluña. Además, defiende el derecho a utilizar la lengua catalana tanto en las instituciones españolas como europeas, con base en su cantidad de hablantes y a su tradición literaria e histórica.
Valentín Almirall fue uno de los responsables de esta corriente política junto con Josep Torras i Bages. Fue desde principios del siglo XX cuando el nacionalismo catalán empezó a tener importancia política con la victoria electoral en 1901 de la Liga Regionalista, un partido nacionalista conservador.
En la actualidad Cataluña quiere independizarse, ya que sigue pensando que es un país independiente de España.
El 11 de Septiembre es la fiesta de Cataluña, La Diada. Ese día muchos catalanes salen a las calles para pedir la independecia de Cataluña.
La inmigración en nuestro país
La inmigración llega a España.
España hasta hace pocos años era un país emisor de emigrantes, pero a partir de finales de los años 80 la cosa cambia, España se transforma en un país de destino. Esta tendencia se confirma a finales de los 90.
España hasta hace pocos años era un país emisor de emigrantes, pero a partir de finales de los años 80 la cosa cambia, España se transforma en un país de destino. Esta tendencia se confirma a finales de los 90.
Según el Instituto Nacional de Estadística de España , mientras que en 1981 habían en España 198.042 extranjeros, en el año 2000 ya llegaban a más de novecientos mil, representando cerca del 2,28% del total de la población española. Para el 2005 ya representaban más del 8%, es decir más de tres millones y medio de extranjeros censados en todo el Estado español. En 2012 la cifra ya casi llegaba a los seis millones de extranjeros residentes en España (muchos ya con nacionalidad española).
El 53,40% de los extranjeros censados en 2005 eran varones, frente a un 46,60% de mujeres. Sin embargo, se encuentran diferencias importantes dependiendo del origen de los inmigrantes:
- Hay mayor porcentaje de mujeres que de hombres entre los inmigrantes procedentes de Sudamérica.
- La proporción entre mujeres y hombres del continente europeo es ligeramente favorables a los varones (un 52,41% de hombres).
- Los hombres son claramente mayoritarios en la inmigración de origen africano, la proporción de mujeres en este colectivo es de tan sólo 31,81%.
La edad media de los inmigrantes estaría entre los 20 y 40 años debido a que principalmente vienen a trabajar por lo que esa edad es idónea.
La llegada de extranjeros a España conlleva tanto consecuencias buenas como malas. Podemos decir que la multiculturalidad es un aspecto muy positivo e importante, ya que en España se pueden encontrar muchísimas nacionalidades. Lo malo de la inmigración sería los trabajos que quitan a los españoles y algunos brotes de xenofobia aislados que se crean en la población.
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